martes, 20 de julio de 2010

Pompas de Jabón

La infancia ya no es lo que era. No. Lo siento mucho, pero ya no lo es. ¿Que por qué digo esto? Pues por un motivo gracias al cual vosotros también lo veréis claro.
Hace tres días, estaba yo tan tranquila tomando algo en una terraza con un amigo, cuando vimos algo que nos dejó anonadados. Un niño de unos cinco años portaba una pistola de juguete entusiasmado. Disparaba a diestro y siniestro, especialmente a su hermana. Y con esto diréis, “muy bien, vale, ¿y?”, pues he aquí el quid de la cuestión: el niño no fingía disparar balas, no, ¡el niño disparaba pompas de jabón!
Y sé que ahora, seguramente, os estaréis preguntando dónde está lo raro de esa situación. Pues muy sencillo: antes, los niños soplábamos a través de un orificio para hacer pompas de jabón. Teníamos nuestro botecito lleno de agua con jabón, sacábamos la tapita, la cual tenía incorporado un palito que acababa en un aro hueco a través del cual había que soplar para hacer las pompas.
Ahora, los niños ya no soplan. Ahora, los niños tienen pistolas automáticas que hacen pompas por ellos. Y, a todo esto, mi amigo y yo nos preguntamos, “y eso, ¿qué finalidad tiene?”. ¿Realmente produce la misma satisfacción? Cada vez se hace menos esfuerzo. La tecnología ha acabado con todos los pequeños y placenteros esfuerzos.
Antes, yo me sentía realizada cuando conseguía hacer las pompas de jabón grandes y sin que estallasen. Ahora, los niños aprietan un botón y salen cientos de pompas perfectas, redonditas y brillantes.
Está claro, tendré que comprarme una pistolita para recuperar viejo tiempo perdido.