viernes, 16 de noviembre de 2012

En las entrañas del Museo del Prado

Ayer tuve una oportunidad única: visité las entrañas de uno de los museos más famosos del mundo, el Museo del Prado. En la visita, que comenzaba a las 9 de la noche con un breve cóctel de recibimiento, pudimos comprobar lo que se siente al recorrer el museo vacío, con la oscuridad reinando en el exterior de sus muros. El Prado por la noche es algo único, mágico, misterioso. Los protagonistas de las obras te miran sigilosos desde las paredes, como si siguiesen tus pasos. Tienes la impresión de que, al mirar para atrás, Diego de Velázquez te saludará desde su caballo.

Además de ver algunas obras que no suelen mostrarse al público, la guía nos explicó en detalle algunas de las obras más conocidas del museo, como los cuadros de El Bosco o "Las Meninas", de Velázquez. Es magnífico poder admirar las pinturas desde la distancia, o bien de cerca, sin tener treinta y cinco cabezas delante que no te permiten apreciarlo como debieras.

Pero la parte más impactante de la visita llegó con el recorrido por el almacén y el taller de restauración, un verdadero privilegio. Me impresionó mucho el sistema de almacenaje de las obras, con una infraestructura pionera, creada específicamente para albergar cuadros de grandes dimensiones sin que sufran daño alguno.

El taller de restauración es un espacio sagrado, donde se respira devoción y respeto. En él, una persona especializada en restaurar obras de los Siglos de Oro nos guió por la estancia, explicándonos el proceso de retirada de barnices de las obras dependiendo del material sobre el que estén elaboradas -madera, lienzo, muro-. Además, tuvimos la oportunidad de ver cómo estaba siendo restaurada una pieza de nueva adquisición que será presentada en los próximos meses por el museo.

En definitiva, todo un lujo.

jueves, 30 de agosto de 2012

Destino: el Algarve.

Ya se acaba el verano, llega la vuelta al trabajo, la vuelta al cole, la vuelta....a la rutina, en definitiva. Pero si todavía sigues pensando en vacaciones, tengo un destino que proponerte para el año que viene: el Algarve. Es el lugar que he visitado este mes, y creo que siempre es útil contar tus experiencias y los lugares curiosos que has visitado, de cara a que los próximos viajeros puedan orientarse y preparar su propia ruta de viaje.

Comenzamos nuestra aventura en Faro, una ciudad que rezuma ese aire de decadencia que envuelve a Portugal y que lo hace tan mágico. Es una ciudad chiquitita que se visita en poco tiempo, ya que todo lo que hay que ver está en el casco urbano o en sus alrededores. Destaca la catedral, con sus maravillosas vistas desde el campanario, que te permiten obtener una hermosa panorámica de las marismas que rodean la ciudad (el Parque Natural Ría Formosa). También merece la pena visitar la Iglesia de Santa María, que alberga en su interior la inquietante Capela dos Ossos, una capilla construida con los huesos (tibias, fémures y cráneos) de más de 1.000 monjes.

Dar un paseo al atardecer por la Avenida de la República, que da directamente al puerto, es una opción más que agradable si visitas la ciudad en verano, ya que corre una ligera brisa que hace el calor más llevadero. Si además viajas en agosto podrás asistir al festival "Folkfaro", en el que se suceden actuaciones de bailes y cánticos portugueses, destacando el fado por encima de todos. Tomarte un helado o una caipirinha hecha artesanalmente en los puestos de este paseo marítimo se antoja más que apetecible en fechas estivales.

Pero lo más importante a la hora de visitar Faro es dejarte llevar, perderte y caminar por sus calles adoquinadas, gastadas y paralizadas en el tiempo. Las paredes de azulejo de muchos de sus edificios te guiarán hasta las salidas del casco antiguo a través de las antiguas entradas de sus murallas, de las que aún se conservan partes.

Si quieres comer por un precio razonable (hablamos de 8.5 o 9.5€ el menú del día) puedes acercarte a la Praça de Ferreira de Almeida y sus calles aledañas, donde hay pequeños restaurantes en los que se puede degustar el pescado de la zona, además de menús del día y platos a la carta.

Tras dejar Faro seguimos nuestra ruta hacia el oeste. Aunque establecimos nuestro campamento base en Ferragudo (Portimão), vamos a pararnos en algunos pueblos situados más al este, entre Faro y Portimão, que merece la pena visitar.

El primero de ellos es Albufeira. Aunque ruidoso y a rebosar de turistas, es un pueblo pintoresco, muy orientado al turismo y las compras, por el que es agradable pasear. Ideal si queréis haceros con algunos souvenirs o recuerdos típicos de la zona, como la cerámica. Como todos los pueblos de la zona, mantiene su armonía de adoquines, casas blancas y azulejos.

El siguiente pueblo interesante de la costa es Carvoeiro, pequeño y encajonado entre acantilados, pura luz. Se trata de una localidad fotogénica e ideal para ver atardecer, aunque es muy pequeña y se ve en poco tiempo. Por esa zona, algo antes de llegar a Carvoeiro desde Albufeira, también está Almaçao de Pera, un pueblo con una playa muy extensa, aunque llena de gente.

Más al interior está Silves, un pueblo milenario y que bajo el dominio de los árabes llegó a ser la capital del Algarve. Merece la pena visitar su castillo, aunque no quedan más que las murallas y ruinas. El sistema de almacenamiento de agua de la época musulmana es digno de ver. Si queréis hace una parada para comer en Silves, el Café Inglês puede ser una buena opción. Aunque no es lo más económico que podáis encontrar, los domingos ofrecen en su terraza actuaciones gratuitas, de bastante calidad, mientras degustas comida tradicional portuguesa. Puedes comer por 20€.

Ferragudo es un pueblo que también merece la pena visitar, con sus casas de pescadores, su fuerte y sus playas, metidas en la ría. Justo en frente se halla Portimão, un pueblo de veraneo que tiene poco más que eso. Zona de marcha bullente de gente en verano. Sí es bonita a Praia da Rocha, amplia y grande, a la salida del pueblo.

La siguiente parada es Lagos. Es un pueblo de casitas blancas, siguiendo la tendencia de la zona, empinado y forrado de adoquines. Una maravilla callejear por su casco antiguo y visitar sus iglesias. Un consejo: no merece la pena visitar el Mercado de los Esclavos, ya que, aunque no es caro, no aporta nada de valor. Este pueblo marinero aún conserva parte de sus murallas originales, que bordean la parte antigua de la ciudad. Destacan sus tiendas de cerámica portuguesa, además de sus espectaculares paisajes, de agrestes acantilados e inaccesibles calas. Después de visitar el pueblo es recomendable bajar a sus calas, que se comunican entre sí mediante túneles. Especialmente bonita es la Praia do Pinhão, cuyas escaleras de bajada son empinadas y labradas en la piedra, y carecen de barandilla. Una vez consigues bajar, las vistas (y los baños) son espectaculares. Si prefieres no arriesgarte y no visitar las calas, puedes quedarte en Meia Praia, una playa extensísima al lado del puerto. Pero, sobre todo, no te vayas sin visitar a Ponte da Piedade, un grupo de islotes y acantilados que forman una curiosa estructura.

Dejando atrás Lagos, siguiendo la N-125, entramos en el Parque Natural del Suroeste Alentejano y Costa Vicentina, un paisaje agreste y con escasa vegetación, de tierra anaranjada que recuerda a algunas escenas de películas del Oeste. Finalmente llegamos a Sagres, donde podremos visitar la enorme fortaleza que reconstruyó Enrique el Navegante pero de la que se tiene constancia desde el año 4.000 a.C. Las vistas desde este fuerte son espectaculares, ya que es, junto al Cabo de San Vicente, la "esquina" de Europa, su punta más occidental.

Con esta visita finalizó nuestro viaje, aunque a buen seguro volveremos en el futuro para seguir visitando los rincones de esta magnífica región.

Datos de interés: las entradas a los museos y lugares de interés son baratas. Así, la entrada al Fuerte de Sagres cuesta en torno a 1.5€. Si tienes menos de 26 años y el carnet joven, que no se te olvide, ya que en todos los lugares a visitar realizan descuentos. Comer también es bastante barato, como mencioné anteriormente es fácil comer de menú sin gastar grandes cantidades.Si quieres alquilar un coche, el precio es más o menos el mismo que en España, y merece la pena si quieres moverte y visitar toda la región.

Cómo moverte: Si no quieres alquilar un coche y prefieres moverte en transporte público, hay autobuses y trenes que funcionan bastante bien y que cubren el Algarve de punta a punta, conectándolo, además, con el norte. Para mirar los trenes y sus horarios, consulta esta página http://cp.pt/cp/displayPage.do?vgnextoid=87cbd5abe2a74010VgnVCM1000007b01a8c0RCRD, en ella encontrarás todos los precios y horarios, no fallan. Los trenes salen de Faro y llegan hasta Lagos. Si prefieres el autobús, puedes consultar esta otra página http://www.eva-bus.com/novo/, aunque el transporte en tren es más cómodo: tardan lo mismo y cuestan más o menos igual.