¡Hola a todos! No, no soy Patricia (como podréis comprobar
por mi escasa habilidad con la lengua escrita en comparación con la suya), sino
un lector dispuesto a colaborar. Soy Carlos P.C., también conocido como
Kalamar, y la dueña de este espacio digital me ha invitado para aportar mi
granito de arena. Hoy vamos a hablar de videojuegos.
Ante todo, y para apaciguar a los más escépticos que han
tenido que comprobar que este sigue siendo un blog sobre música, quiero aclarar
que vamos a centrarnos específicamente en las melodías, bandas sonoras y
tonadillas que forman parte de los videojuegos. Tanto para aquellas personas que
nos consideramos “jugones”, como incluso para otras que quizás nunca han tocado
nada más allá del Tetris. Y estoy seguro de que, simplemente mencionando ese
título, a no pocos se os ha venido a la mente el más que inmortal bucle musical
compuesto por Hirokazu Tanaka:
Tetris – Tetris Theme
Y es que esa es la primera faceta para la que se componen
canciones de videojuegos: acompañar. Simplemente. Como música de ascensor,
mientras hacemos otra cosa. Aunque el ejemplo del ascensor no sea muy adecuado,
ya que no es especialmente lúdico, creo que se entiende mi punto de vista. Lo
importante es que hay compositores que derrochan genialidad incluso para ese
tipo de música, como podría servir el siguiente ejemplo, desde el longevo Super
Mario Bros 3:
Battle Theme
No es escaso el legado del gran Koji Kondo, que lleva toda
una vida consagrada a la composición para la legendaria Nintendo (y sigue en
activo). Esto nos lleva, irremisiblemente, hasta la siguiente finalidad de la
música en los videojuegos, indudablemente la más importante. Y qué mejor que
otro tema del gran japonés de Nintendo:
The Legend
of Zelda, a Link to the Past – Dark World Theme
Eventualmente las productoras y desarrolladores tras los
videojuegos empezaron a necesitar contar historias, inundar las pantallas de
emociones y tratar de conducirlas hacia los jugadores, haciéndoles partícipes
de las aventuras que estaban presenciando. Y, como es bien sabido, el mejor
conductor de las emociones es la música. El ejemplo anterior nos muestra, tras
un viaje en el tiempo del protagonista, un mundo asolado por el caos, repleto
de enemigos y corrupción donde antes abundaba la belleza y el verde. Y,
flotando en el ambiente, Koji Kondo consigue transmitir la necesidad de hacer
lo imposible por vencer y restaurar la paz y el orden de Hyrule.
Os regalo, como última referencia de este gran compositor,
una de las melodías que más hondo me han calado, tanto como la profundidad de
aquellas cavernas submarinas. Y esta interpretación del gran Smooth McGroove le
hace justicia:
Super Mario
64 – Dire Dire Docks (Acapella)
Pero la cosa no se queda aquí, porque empieza el plato
fuerte. Si os ha parecido interesante esta entrada, permaneced atentos al blog
y próximamente continuaremos con el siguiente post. ¡Nos vemos! :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario